lunes, 8 de abril de 2013

¿LA MARCA ESPAÑA?
Días atrás el ministro de Asuntos Exteriores, García Margallo, decía sentirse preocupado ante la noticia de la imputación de la Infanta Cristina en el llamado "caso Nóos". Decía el ministro que la noticia podía influir negativamente a la marca España. Personalmente entiendo que lo preocupante no es que se sepa fuera de España, sino que una persona que goza de numerosos privilegios, por su condición de miembro de la casa real, los haya utilizado en su propio beneficio. Por lo demás, la noticia pone de relieve que aún podemos confiar en algunos jueces españoles, que lejos de amedrentarse, actúan con valentía y llevan adelante esa máxima que dice que todos somos iguales ante la ley.
Dicho esto y volviendo sobre mis pasos, lo que realmente me llama la atención es que las más altas personalidades del gobierno de nuestro país recurran frecuentemente a ese concepto tan manoseado de la marca España. Imagino que este concepto se le ocurrió a alguno de esos iluminados asesores muy bien remunerados que pululan por las altas esferas. En realidad, la marca España no es más que otro de tantos conceptos que es más cartón piedra que otra cosa. Me parece una atrocidad mostrar tanta preocupación  por la imagen de nuestro país, y tan poca por los problemas reales y acuciantes que tenemos. Se me ocurre que podrían preocuparse, y mucho, por las razones que han llevado a numerosas personas a quitarse la vida ante el hecho de perder su hogar También se me ocurre que podrían alarmarse ante la realidad de que una de cada cuatro personas que desea trabajar no pueda hacerlo. Me parece también mucho más importante que no pocos enfermos crónicos dejen de medicarse en condiciones por no poder hacer frente al coste de los fármacos que necesitan. Considero igualmente alarmante que haya miles de niños cuya única comida consistente en todo el día, es la que hacen en el comedor del colegio. Muy preocupante diría yo es que nuestros mejores jóvenes tengan que emigrar para poder trabajar. O que tengamos una tasa escalofriante de fracaso escolar. Sin duda es mucho peor que  nuestro ministro de Economía permita desgravarse las pérdidas en los casinos y los bingos, pero no los gastos dentales, o de pañales, por poner solo dos ejemplos. Y sin duda es muchísimo más dañino que nuestros gobernantes hayan dilapidando el dinero público en obras faraónicas, gastos desorbitados de todo tipo, que hayan dejado como un solar las politizadas cajas de ahorros, o que hayan amparado, alimentado y protegido a un montón de chorizos y trincones, que han saqueado España. En fin, que podría seguir enumerando problemas reales por los que nuestros políticos pueden y deben sentirse preocupados; problemas de los que son responsables en su mayoría y de los que parecen no querer enterarse. Pero para eso estamos nosotros, para recordárselo. Más ética y menos estética.

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