Esta misma mañana en
el banco mientras soy atendido en la caja; detrás de mi dos mujeres. No me giro
aunque una de ellas está empezando a alzar la voz:
- - Llevo veinticinco años aguantando pero ya
está, se acabó. Con esa cara de buena que tienes y no tienes más que veneno. No
has podido acabar conmigo pero yo si lo voy a hacer contigo.
Me da no se qué darme la vuelta, aunque entre lo que escucho
y la cara del cajero me hago a la idea de que la cosa se pone fea. Otra persona
del banco intercede porque conoce a la mujer que permanece callada. Asegura que
es una buena persona y que no está bien que la insulte de ese modo. La que
habla aclara que son hermanas. Ahora sí me giro y me fijo solo en la mujer que
permanece callada. Adivino el rostro de alguien que no está, su cuerpo y su
cara si están, pero su ser no. Desconozco si es la buena que calla, o si calla
porque es la mala o calla porque no se entera de nada. Que se yo. Ante la intervención
de la persona del banco, la acusadora eleva aún más el tono:
- - Si, si, es buenísima
–exclama- Me quiere matar, pero no ha podido ni podrá.
Me entero, imposible
no hacerlo, que están allí para pagar un montón de recibos de IBI
correspondientes a unas cuantas propiedades que pertenecen al padre de ambas.
Dinero, maldito dinero. La acusadora continúa cada vez más tensa:
- - Tomo tres Prozac al día. Llevo media vida con
depresión y he intentado suicidarme, pero ya está bien. Me han destrozado la
vida, por qué yo soy diplomada en economía, y no pude acabar mis estudios por
la depresión, la que me han provocado entre todos, la que me ha provocado este
mal bicho – refiriéndose a su hermana-. Y estoy aquí para que no sigan
engañándome con el dinero, porque me están robando.
Ahora sí, ya no puedo
más y vuelvo a girarme para poder ver a la mujer que habla sin parar, y no puedo por más que fijarme primero en ella y después en su hermana. Repaso fugazmente sus rostros y me imagino dos
niñas pequeñas unidas por su amor fraterno. Vuelvo a girarme hacia el cajero
del banco y mientras éste hace sus operaciones pienso en el deterioro que la
vida provoca en las personas, en la inquina, en el odio larvado durante años,
en esos rostros tristes y desencajados que veo ahora. Reflexiono, mientras una
lista de desagravios suenan como música de fondo, sobre en qué momento de
nuestra vida se acaba la magia y empieza el infierno.