AQUEL ÚLTIMO SUSURRO
Pesaban
muy poco pero aplastaban sueños. Aquellas palabras que él me dedicaba cada día
casi sin mirarme, llegaban hasta mí de una forma ágil y dañina. Era su forma de
acudir puntual a la cita con la ruina de todo mi ser. Sin embargo yo no fui capaz de reaccionar a
tanta devastación, hasta el día que
acerté a recordar esas últimas palabras que mi madre me susurro mientras se iba
para siempre, su mano apretando la mía: “Hija, todos piensan que es la ola la
que te ahoga, pero es la gota, una tras otra, la que derriba el muro”. Y entonces, lo entendí todo.
lunes, 20 de mayo de 2019
viernes, 5 de abril de 2019
BASTAN DOS DEDOS PARA ACABAR CON
TODO
No había escuchado mal. Ante nuestro
desacuerdo proponía solucionarlo a piedra, papel o tijera. Pensé que se trataba
de una broma absurda buscando mi reacción. Pero no. Iba en serio.
—Venga—dijo escondiendo su mano
derecha tras la espalda.
Completamente descolocado, mi
mente recorrió rápidamente los atajos para llegar a mi niñez, rememorando aquel
juego odioso en el que siempre me había sentido incapaz de ganar. Sin tiempo casi
para reaccionar, ella se dispuso a contar hasta tres, mientras mi mente dubitativa
oscilaba entre elegir la piedra que acabase con la tijera, el papel para
envolver la piedra, o la tijera que cortase el papel. Examiné mis posibilidades
en décimas de segundo: ella era tan sutil que difícilmente elegiría la piedra y
odiaba los papeles, así que pensé que optaría por la tijera. A la de tres, y en
un último acto de amor, mostré mi mano extendida milésimas de segundo antes de
que sus dedos índice y medio apareciesen frente a mí para acabar con todo.
—¡La tijera corta el papel!—gritó
como quien se desprende de una pesada carga.
Una hora después, dos maletas, mis recuerdos de los
últimos diez años y yo, esperábamos juntos frente al ascensor
lunes, 16 de marzo de 2015
QUE LA GENTE ES COMO DORY
Puedo imaginarme a ese sesudo y bien pagado asesor de cabecera del señor presidente del gobierno: "Mariano, hay que pasar a la accíón, que las encuestas nos están dejando por los suelos. Tienes que salir y pregonar a los cuatro vientos que la crisis se acabó, que vamos de maravilla, que el PIB no es que crezca, es que se multiplica. De lo contrario vas a tener que explicarle a tus hijos qué os vais a cambiar de casa otra vez el próximo otoño". Y me imagino, como si lo viera, a Mariano el campechano, con su puro en ristre y sin dejar de ver el fútbol en la televisión del despacho: "No jodash Pedro, esho no me lo digash ni en broma, menudo dishgushto". "Mira presidente", acelera el asesor, "tu dile a De Guindos que te prepare unos cuantos gráficos guapos, de esos en los que las flechas buenas van siempre hacia arriba, y las malas van siempre hacia abajo. Te las llevas al debate, nos preparamos una letanía del tipo la crisis ya es historia o algo así, potente, nada de gilipolleces de brotes verdes o tontunas parecidas. Y antes del debate, mañana en Génova les pones a todos la cabeza como un bombo con la frasecita de marras, y uno por uno a repetirla hasta que les quede creíble; hasta que no la digan como si estuvieran diciendo sus apellidos, de allí no se levanta ni Dios. Te digo yo que salen de allí cantándola como los niños de San Ildefonso y convencidos no, abducidos. Y hala a propagarlo por todos sitios; micrófono que vean, a por él y venga o no al caso, a canturrear que la crisis ya es historia. Y así hasta que todas las teles y las radios de este país, nos sirvan de altavoz y de paso nos hagan la campaña, con sus polémicas, sus debates y todo eso. Y a esperar. Te digo que en un par de semanas remontamos lo mismo que el Barça al Madrid". "Joder Pedro no hasgash bromash con eso que la crisis del Madrid me tiene muy preocupado", exclama Mariano repántingándose en el sofá mientras le pega otra calada al habano. "Que la gente es como Dory te lo digo yo, que tiene muy mala memoria y en dos días se olvidan de la crisis. Además y para rematar la jugada, retrasas un poco la elección de los candidatos a las municipales y autonómicas, y cuando el soufflé esté bajando, ¡zaca! te sacas de la chistera a esas candidatas tan molonas que tienes reservadas y ya tenemos la campaña hecha. Te lo digo yo presi, nos perdonan hasta la muerte de Manolete. "Pedro, cuando te ponesh ashí, me dash miedo" tercia Mariano sin quitarle ojo al fútbol. Hazme caso Presidente; en cuanto acabe el fútbol, nos ponemos a la tarea: me escribes cien veces la crisis ya es historia, hasta que te salga natural. Ya verás mañana, en cuanto te vean aparecer por Génova, de convencido que vas a ir, se te cuadra hasta el aparca del Tony Romás. Te lo tienes que creer Mariano. Esto ya lo hemos hecho más veces, con lo de Camps, con lo de Bárcenas, con la Gúrtel, con los recortes, en fin Mariano, que de otras peores hemos salido. "¡Pero páshala Cristiano, que eresh un chupón! salta el presidente.¿Me decías Pedro?. Nada presidente, que dónde tienes los folios.
miércoles, 21 de enero de 2015
TE QUIERO, LO SIENTO, GRACIAS…
Preciosas palabras
¿verdad? Qué bonito leerlo y qué maravilla decirlo o poder escucharlo. Hace unos días, siguiendo el
programa “Desafío extremo” del alpinista Jesús Calleja, apareció el humorista
Dani Rovira. Entre prueba y prueba de su desafío, el presentador charlaba con
el humorista, quien en un momento dado de la conversación, mencionó las tres
palabras que hoy titulan el blog como aquellas que más le gustan. Me quedé con
la idea ya que me agrado mucho lo que dijo, y también como lo dijo. Esas tres
palabras resumen, en esencia, lo que debería ser el ADN de cualquier persona:
la capacidad de amar y transmitírselo a quiénes amamos, la humildad para
reconocer y verbalizar nuestros errores y por último y no menos importante, el saber
ser agradecido. Qué bonito y que difícil a veces ¿no es cierto?
Estamos
en no pocas ocasiones tan ensimismados girando alrededor de nuestro ombligo,
tan pendientes de las reacciones que los demás tienen con nosotros, que no
somos realmente conscientes de lo sencillo que resulta generar una corriente
positiva que traiga aire fresco a nuestra vida. La clave está en cada uno de
nosotros, dentro de nuestro corazón; no tenemos que buscarla fuera, ya que no depende
tanto del comportamiento de los demás para con nosotros, sino del nuestro hacia
los demás. Hacer, dar el paso primero y no esperar a que los otros lo hagan.
Dar, y no exigir. Pedir perdón y saber perdonar. Nosotros decidimos lo que
damos y a quién, así que vamos a entregarnos a
aquellos a los que queremos; seamos generosos con los nuestros, a los
que tanto queremos. La respuesta llegará, seguro, antes o después pero llegará;
serán toneladas de besos, abrazos y
palabras de cariño que nos inundarán, y que sin duda nos ayudarán a desprendernos
de las estupideces que, como moscones ruidosos que a menudo nos rondan, no nos
dejan escuchar los verdaderos sonidos de la vida
martes, 23 de diciembre de 2014
(EL OTRO) CUENTO DE NAVIDAD
Pongamos que fue lunes. Nada de particular, salvo por el detalle de la celebración del sorteo especial de la lotería de Navidad, día en el que muchos tenemos un ojo pendiente en la voz de los niños de San Ildefonso. Pongamos que esto significa que estamos a punto de perpetrar un año más los ritos, más o menos formales, que la Navidad introduce como un paréntesis en nuestras vidas cotidianas: comidas, cenas, compras, etc. Pongamos que la escena que contemplo cada mañana de lunes cuando voy a trabajar, pone de relieve una realidad tozuda que no solo se niega a desaparecer, sino que cada día que pasa se hace más patente, más visible, más tremenda. Pongamos que en este lunes navideño no veo reyes magos, ni camellos cargados con regalos, ni pajes, ni nada de eso. Ni siquiera gente con bolsas llenas de regalos o carritos de la compra rebosantes de comida. Lo que veo este lunes, como cualquier otro lunes, es a un montón de personas (cada vez más) llevando carritos de niños en los que no hay ningún niño, bolsas vacías de todos los tamaños, mochilas vacías, carros de la compra vacíos, en fin, todo aquello que sirve para poder cargar. Cualquiera que vea esta escena por primera vez podría pensar en que toda esa gente se dirige sin duda a algún supermercado cercano, salvo por un pequeño detalle: toda esas personas van justo en dirección contraria a la zona comercial del pueblo. Casi todas son mujeres, aunque también se ven hombres. Personas bien vestidas, probablemente de diferentes credos, de todas las edades, de múltiples nacionalidades: españolas, marroquíes, ecuatorianas, colombianas, rumanas, que sé yo. Dibujan un séquito a contracorriente que no lleva ni oro, ni incienso, ni mirra ni nada de nada. Solo sus carros y bolsas vacías, tan vacías como sus manos y sus bolsillos, y cuyo destino es una residencia de religiosas encargadas de repartir comida entre todas esas personas, como cada lunes desde hace ya demasiado tiempo. Pongamos que esto es España, que es Navidad y que estamos en 2014. Menos mal, señor Rajoy, que como usted bien dijo el otro día, la crisis ya es historia.
viernes, 28 de noviembre de 2014
DULCE ADIÓS
Llegaba apurado y con
ansiedad ante la idea de no encontrarla a tiempo. Me precipité por la escalera
lo más deprisa que pude y a punto estuve de chocar con una pareja que estiraba
su despedida. Desde el andén buscaba un pañuelo rojo y un bolso a juego. Acercándome
a mi vagón pude verla observando con discreción la zona por la que yo avanzaba.
Me reconoció al instante y yo me acerqué torpemente hasta ella. Antes de
esbozar siquiera un saludo, ella se acercó, me llamó por mi nombre y me beso
dulcemente en la mejilla.
- Hola Carmen, casi no
llego.
- No importa. Estamos
aquí y tu tren aún espera - dijo con aplomo.
Mientras su sonrisa me
desarmaba por completo pensé en un imposible cambio de planes. Entonces me
cogió de la mano, y me llevó junto a la entrada del vagón. Abrazándome, me besó
dulcemente en los labios. Retrocedió y sin dejar de sonréir esperó hasta que
nuestras miradas dejaron de buscarse a lo lejos.
Pensativo, busqué el
folleto de la agencia Dulce Adiós:
"Despedida intensa: incluye beso en los labios y abrazo". Despedida
premium: incluye besos apasionados y caluroso adiós. Carmen, quizá la próxima
vez.
jueves, 27 de noviembre de 2014
¿CUANDO SE ACABA LA MAGIA?
Esta misma mañana en
el banco mientras soy atendido en la caja; detrás de mi dos mujeres. No me giro
aunque una de ellas está empezando a alzar la voz:
- - Llevo veinticinco años aguantando pero ya
está, se acabó. Con esa cara de buena que tienes y no tienes más que veneno. No
has podido acabar conmigo pero yo si lo voy a hacer contigo.
Me da no se qué darme la vuelta, aunque entre lo que escucho
y la cara del cajero me hago a la idea de que la cosa se pone fea. Otra persona
del banco intercede porque conoce a la mujer que permanece callada. Asegura que
es una buena persona y que no está bien que la insulte de ese modo. La que
habla aclara que son hermanas. Ahora sí me giro y me fijo solo en la mujer que
permanece callada. Adivino el rostro de alguien que no está, su cuerpo y su
cara si están, pero su ser no. Desconozco si es la buena que calla, o si calla
porque es la mala o calla porque no se entera de nada. Que se yo. Ante la intervención
de la persona del banco, la acusadora eleva aún más el tono:
- - Si, si, es buenísima
–exclama- Me quiere matar, pero no ha podido ni podrá.
Me entero, imposible
no hacerlo, que están allí para pagar un montón de recibos de IBI
correspondientes a unas cuantas propiedades que pertenecen al padre de ambas.
Dinero, maldito dinero. La acusadora continúa cada vez más tensa:
- - Tomo tres Prozac al día. Llevo media vida con
depresión y he intentado suicidarme, pero ya está bien. Me han destrozado la
vida, por qué yo soy diplomada en economía, y no pude acabar mis estudios por
la depresión, la que me han provocado entre todos, la que me ha provocado este
mal bicho – refiriéndose a su hermana-. Y estoy aquí para que no sigan
engañándome con el dinero, porque me están robando.
Ahora sí, ya no puedo
más y vuelvo a girarme para poder ver a la mujer que habla sin parar, y no puedo por más que fijarme primero en ella y después en su hermana. Repaso fugazmente sus rostros y me imagino dos
niñas pequeñas unidas por su amor fraterno. Vuelvo a girarme hacia el cajero
del banco y mientras éste hace sus operaciones pienso en el deterioro que la
vida provoca en las personas, en la inquina, en el odio larvado durante años,
en esos rostros tristes y desencajados que veo ahora. Reflexiono, mientras una
lista de desagravios suenan como música de fondo, sobre en qué momento de
nuestra vida se acaba la magia y empieza el infierno.
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