viernes, 5 de abril de 2019

BASTAN DOS DEDOS PARA ACABAR CON TODO 
No había escuchado mal. Ante nuestro desacuerdo proponía solucionarlo a piedra, papel o tijera. Pensé que se trataba de una broma absurda buscando mi reacción. Pero no. Iba en serio.
—Venga—dijo escondiendo su mano derecha tras la espalda.
Completamente descolocado, mi mente recorrió rápidamente los atajos para llegar a mi niñez, rememorando aquel juego odioso en el que siempre me había sentido incapaz de ganar. Sin tiempo casi para reaccionar, ella se dispuso a contar hasta tres, mientras mi mente dubitativa oscilaba entre elegir la piedra que acabase con la tijera, el papel para envolver la piedra, o la tijera que cortase el papel. Examiné mis posibilidades en décimas de segundo: ella era tan sutil que difícilmente elegiría la piedra y odiaba los papeles, así que pensé que optaría por la tijera. A la de tres, y en un último acto de amor, mostré mi mano extendida milésimas de segundo antes de que sus dedos índice y medio apareciesen frente a mí para acabar con todo.  
—¡La tijera corta el papel!—gritó como quien se desprende de una pesada carga.
Una hora después, dos maletas, mis recuerdos de los últimos diez años y yo, esperábamos juntos frente al ascensor